Algunos no nacimos con el don innato del perdón, ni sabíamos para qué funcionaba, muchos incluso al día de hoy se preguntan cómo se puede perdonar a alguien que ni se disculpa? Y yo no soy una santa que sólo dice “te perdono” y se olvida de lo que ha pasado.
Saben qué aprendí?
Que no dejo libres de rencores, odios y enojos a las personas a las que les he permitido herirme en el camino por soltarlos a ellos de la responsabilidad con la que les enseñé cómo podían hacerme daño para usarlo como arma; lo hago porque si no los dejo hasta donde deberían quedarse en el camino, no voy a poder avanzar porque el no soltar constituye un estancamiento en mi vida que me lleva a plantearme esto, ¿por qué querría yo estancar mi vida donde no soy feliz?
Es cuestión de prioridades, para mi es muchísimo más importante poder sanar para abrirle el corazón a las personas que vienen y las que avanzan conmigo, en vez de quedarme en el limbo donde hasta esos seres ya se fueron, sólo los volví fantasmas!
Por esa razón cuando tomas la decisión honesta contigo de perdonar por tu salud emocional y mental, a veces hasta física, entiendes que cada quien es consciente de lo que hace y tu función en la vida es ser, dar, recibir de lo que realmente le agrega valor a tu vida, y si ellos ya no lo hacen, cuál es la razón para que sigan presentes en tus emociones??
Libérate del peso que conlleva cargar tus faltas de perdón, no te estoy diciendo que hagas a esas personas tus mejores amigos, pero sé inteligente, que su presencia no opaque quien eres, por el contrario, que se note quien busca ser mejor persona sin hacerle sombra a otra luz.
Con amor, Tania.
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