Hoy recuerdo, bueno, de lo poco que recuerdo, cada momento en el que el saber que estabas entrando en mi vida me aterraba, me ponía tan nerviosa verte, escucharte o sentir tu perfume porque sabía que eso significaba que estabas cerca; en realidad me daba miedo, pero no miedo de ti, miedo de lo que empecé a sentir, un día te conocí y al otro quería no haberlo hecho, no sabía bien quien eras pero algo me estaba diciendo que tú...no eras.
Mis inseguridades y mi desarrollo personal no estaban ni por la mitad de lo que hoy han mejorado, no era más que alguien con ganas de salir adelante como la vida se lo permitiese, llena de miedos, llena de prevenciones y con todo lo que no debía cargar encima al haberte recibido en mi vida, pues cada recuerdo de momentos pasados me prevenia contigo, lo peor no era eso, lo peor es que con el tiempo aumenté esas prevenciones porque tú me confirmabas con tus actitudes lo que yo veía venir.
Un día despertaba con mensajes de buenos días, otros sólo con tu imagen en mi cabeza y con las ganas de borrarla, unos días esperaba que fueran diferentes y otros sólo dejaba que siguieran su curso, a veces hasta en mi interior estaba tan exhausta que cuando buscabas mi atención yo ni la notaba, pues tu ya tenías tus atenciones.
Nunca te culparé por todo lo que aprendí, realmente de toda esta aventura aprendí en grande, sabes qué aprendí? el valor que sólo yo me puedo dar, lo merecedora de cosas maravillosas que soy, lo que no debo volver a permitir, lo que debo mejorar de mí, lo que me hacía falta sobre mí y hoy en día lo puedo llenar con amor, el amor de Dios, el amor que restaura lo que sea y que me ha traído de vuelta el recuerdo de quien soy, que me sacó a la luz con menos miedos, con más ganas de amar y sobre todo, con las lecciones aprendidas para que en adelante, todo lo que venga sea puro, transparente, sin tapujos, sin cadenas.
Por otro lado admito lo consciente que soy por cada decisión que he tomado, por eso mismo no puedo culparte, no porque te deba algo, sino porque cuando yo me permití perder mi valor, te permití a tí que lo apagaras más, porque con mis actitudes hiero y hago daño sin intención, porque estaba sumergida en un mundo donde aconsejaba que se atrevieran a amar y yo vivía muerta de susto, por eso es que sé que todo ha sido una lección y la sigo aprendiendo, siempre me enseñas aún sin saberlo.
Resulta que eres de esos seres inagotables que no se van hasta ver que ya no hay más ahí, que tus ataduras son tan fuertes que a veces ya ni las notas pero ahí las cargas, que te arrastras a la gente a tus luchas internas porque no sé hoy, pero hasta donde supe, no sabes soltar, sin embargo aún con el corazón cargado de amor, yo sí sé irme y por eso lo hice, porque aprendí a amarme más a mi.
Aún así todavía paso por el primer bar en el que nos tomamos un coctel y unas cervezas y me trae nostalgia, respeto ese lugar así como ese café donde nos tomamos el último, donde aunque nos faltaron horas nuestros corazones por fin tuvieron un minuto de sinceridad, para ser honesta, hago esto para ver si te suelto definitivamente, pues te quiero como no pensé pero también te cargo el enojo que no merezco llevar ni que te mereces de mí, eres como eso que se ama y se odia, no tienes un sólo punto, pones de tu parte para estar en medio así que con esto, sólo espero que siempre seas muy feliz, que encuentres un amor, que lo valores y que te aprecie, me caes mal, pero siempre te desearé el bien.
Con amor, Tania.
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